Hablar de la parte negativa o difícil de las finanzas nunca es grato. Cuando el control y planificación en nuestra economía es posible con un poco de orden y eso nos sirve para ahorrar, resguardarnos e incluso hacer crecer nuestro dinero, todas las explicaciones y enseñanzas son más sencillas. Pero cuando los eventos mundiales no acompañan, los mercados caen, los países entran en crisis, la inflación aumenta y, a raíz de todo ello, la gente sufre, decir cualquier cosa parece una burla.
La inflación proyectada en Argentina se encuentra por arriba del 140% (actualización octubre 2023) y en el resto de los países empezamos a ver inflaciones preocupantes, el poder adquisitivo disminuye cada vez más, el precio de los productos aumenta a una proporción que no lo hacen los salarios y todo eso genera incertidumbre y angustia. Peor es, además, que esto se acompañe de una crisis mundial, con la inflación más alta en Estados Unidos de los últimos 40 años, los mercados con caídas de más del 20%, guerras, faltas de insumos y la lista podría seguir.
Hay ciertos pasos que podemos seguir para tratar de surfear la ola y minimizar el impacto que el contexto económico tiene en nuestras finanzas.
Primero: entender qué pasa
Pretender que actuemos lógica y coherentemente ante situaciones que no entendemos es una utopía. Si queremos tener el poder de transformar nuestra realidad, antes tenemos que comprenderla. El contexto económico no es una excepción: debemos informarnos sobre lo que sucede.
Para eso, empecemos por el principio: la inflación. En términos sencillos, la inflación es el aumento generalizado de los precios de bienes y servicios durante un periodo de tiempo más o menos largo. Normalmente, los salarios no aumentan en la misma velocidad o en la misma medida que el precio de los productos y servicios: nuestro capital puede adquirir cada vez menos de ellos con el paso del tiempo. En resumen, la inflación provoca la disminución del poder adquisitivo de nuestro dinero, es decir, de su valor como moneda de intercambio. Esto genera que disminuya mes a mes lo que podemos comprar con la misma cantidad de trabajo.
En general, los países con una economía estable, como Estados Unidos o países de Europa, oscilaban entre el 1 al 3% de inflación anual. Actualmente no es tan así: España, por ejemplo, presenta la inflación más alta en 37 años, con un 10% interanual . Otros países de Europa rondan en el 8% y en Brasil casi 12%. Países más inestables, como Argentina o Venezuela, pueden presentar esas tasas solo por mes, y llegar a una inflación anual del 80, 100 o 150%, y más también.
Hablando de teoría, para seguir aprendiendo, la hiperinflación se produce cuando el precio de los productos y servicios crecen por arriba del 50% en un mes o más de 500% en un año.
Generalmente, los contextos inflacionarios se dan a raíz de una serie de factores, como la emisión de dinero por parte del Estado para financiar sus gastos, por no tener acceso al crédito y como “solución” de contingencia ante situaciones graves como lo fue la pandemia por COVID. Con el incremento de la oferta de dinero, es decir, más billetes en circulación, los precios suben más de lo normal. Y, en lugar de restringir esa oferta de dinero dejando de emitir, el Estado continúa haciéndolo para no enfriar la economía. Con demasiado dinero en circulación sin respaldo (en oro, por ejemplo, como todas las monedas estables), los precios se disparan.
Entre los años 1921 y 1923 (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), la República de Weimar, hoy Alemania, vivió una de las escaladas inflacionarias más grandes de la historia: antes de la Primera Guerra Mundial, 4 marcos valían un dólar; a fines de 1923, 1.000.000.000.000 marcos eran igual a un dólar. En Argentina también tuvimos historias de hiperinflación: en 1989 llegó al 3000%.
En febrero del 2022, cuando estuve en el Museo de Economía de Estocolmo, visité una muestra sobre hiperinflación en varios países del mundo. Me impresionó muchísimo y la exposición era muy clara: en Alemania se empapelaban las paredes con billetes y en Venezuela se hacían obras de arte como vestidos o adornos con ellos.
Segundo: saber qué hacer
Ahora que entendimos qué es la inflación y cómo se provoca, vamos al segundo paso.
En un panorama de tanta incertidumbre, puede parecer que no tenemos control sobre nada, frustrarnos, dejarnos llevar por nuestras emociones, gastar impulsivamente y generar deudas que empeorarán la situación. He leído y escuchado decir “compren electrodomésticos en cuotas sin interés ahora, porque se viene tal cosa”, “apúrense a darse ese gusto rápido porque aumenta”. A mi parecer, es una falta de irresponsabilidad terrible por parte de los comunicadores que no saben las realidades económicas de las personas a las que les hablan.
Alentar a la gente a gastar porque sí, en medio de una escalada inflacionaria, una situación tan difícil de comprender para muchos, en la que nos sentimos a la deriva sin saber lo que pasará con nuestro sueldo o nuestros ahorros, es sin dudas un mal consejo financiero.
Por eso les quiero contar una serie de tips que podemos seguir para sentirnos más seguros con nuestras finanzas y estar resguardados durante un periodo inflacionario:
1) Tener nuestro fondo de emergencia líquido y en moneda fuerte: es necesario que tengamos nuestro dinero accesible para disponer de él rápidamente. Esto no quiere decir que les recomiende tener todo el efectivo en su casa, sino todo lo contrario. Podemos tener una parte en activos de alta liquidez que nos permitan hacernos del efectivo lo más rápido posible en caso de necesitarlo.
2) Comprar dólares: si tenemos capacidad de ahorro, intentemos resguardar al máximo el valor de nuestro dinero comprando dólares. Aunque parezcan demasiado caros, es probable que en unos días el valor del peso se siga devaluando y el dólar “aumente”. Esto no es una inversión ni algo que recomendaría en contextos normales, sino una medida de emergencia, rápida y sencilla para resguardar nuestro capital. Recuerden que pueden comprar dólares de forma ilimitada y sin restricciones en la bolsa. Si quieren saber cómo, en mi curso de inversiones aprendemos más sobre esto.
3) Comprar rápido lo que necesitemos: ni bien recibimos nuestro sueldo, debemos ir al supermercado a comprar los productos básicos que necesitaremos para todo el mes. Si dejamos pasar más tiempo es probable que esos productos aumenten los próximos días o semanas.
Si somos organizados con nuestros pagos, podemos comprar con tarjeta de crédito el día de apertura de un nuevo ciclo y pagarla el día anterior a su vencimiento. En ese mes que tenemos de provecho, podemos comprar dólares y venderlos, o dejar el dinero generando intereses en un fondo money market; por menores que sean, seguro harán un poco la diferencia.
4) No endeudarse en dólares: en contextos inestables ni siquiera los comerciantes conocen el valor futuro de recompra de sus productos, por eso es probable que dentro del precio actual también se contemple la inflación de los próximos meses, a modo de resguardar la permanencia de su negocio, y eso hace que los precios sean muy elevados. Como nunca sabemos cuanto estará el dólar futuro, tampoco será conveniente adquirir deuda en moneda extranjera.
5) Intentar buscar fuentes de ingresos internacionales que paguen en moneda estable: sé que esta no es una opción para todo el mundo, pero hay cientos de formas de rebuscárnosla cuando el momento lo exige y empezar a exportar nuestros productos o servicios. Si tenemos acceso a un smartphone o a una computadora ya podemos pensar en hacerlo. Si sos psicólogo o nutricionista podés atender a pacientes del exterior por zoom, si sos arquitecto podés trabajar para clientes de afuera, si sos economista podés dar asesorías a empresas internacionales que paguen en moneda dura, si sos maestra podés dar clases en plataformas a alumnos de todo el mundo. Formas hay miles, yo te enseño mi experiencia en mi curso Exportá tus servicios.
Ahora sí, espero que estos puntos a tener en cuenta les hayan servido para aclarar un poco el panorama, conseguir algo de calma, respirar y prepararse para lo que venga con más información y herramientas.