Hemos hablado en varias oportunidades sobre empleo, vida laboral y profesional. Unas newsletters atrás les comenté sobre la renuncia masiva en Estados Unidos durante el último año y también charlamos sobre cómo irse profesionalmente de un empleo. Hacer dinero es uno de los principales pilares de LuliInvierte y el profesionalismo a la hora de trabajar es un gran camino para lograrlo. 

Durante los últimos meses se puso de moda el término “quiet quitting“, algo así como “renuncia silenciosa”, que es furor en Tik Tok (incluso hay recomendaciones de cómo ejecutarlo) e implica hacer el trabajo mínimo posible para no ser echado. 

En esta nota de la BBC, algunas de las entrevistadas comentan que “renunciaron silenciosamente” incluso un año antes de hacerlo realidad. Es decir, durante un año hicieron su trabajo mínimo necesario para obtener su paga y no ser echados…

¿Cuántas veces pensamos que le estamos haciendo daño a los otros y realmente nos lo estamos haciendo a nosotros mismos y a nuestro crecimiento?

Este es un caso que lo demuestra. 

Quiero compartirles un escrito muy conocido que me encanta:

Había una vez en Japón—donde hay un amor profundo por la arquitectura—un hombre llamado Kota quien construyó algunas de las mejores casas de Tokio. Su trabajo se hizo famoso por su dedicación al proceso y su incansable dedicación a seguir aprendiendo, incluso muy avanzada su carrera.

En un momento dado, Kota se cansó de construir casas para otras personas y decidió retirarse. Había estado construyendo casas durante más de 30 años, y estaba listo para pasar a la siguiente etapa de su vida. Quería viajar y pasar mucho tiempo con sus nietos.

Un día, Kota se dirigió a su jefe y le dijo que abandonaría su trabajo en dos semanas, el tiempo que se estipulaba su contrato como preaviso.

Su jefe le dijo: “Kota, estamos endeudados eternamente contigo por el magnífico trabajo que has hecho para nuestra compañía, y estamos agradecidísimos de que hayas trabajado con nosotros tanto tiempo. Sin embargo, tenemos un último favor que pedirte. ¿Podrías por favor construir una última casa? Es una casa muy importante para un cliente muy importante, y todo el mundo en la empresa cree que este proyecto necesita tu toque mágico.

Kota se sintió frustrado. Tendría que cancelar dos viajes y posponer su nueva vida, todo por una nueva casa. Así que le dijo a su jefe que necesitaba un día para pensárselo. Después de hablarlo con su esposa, accedió a la petición y decidió que construiría esta última casa. Pero le dijo a su jefe: “¡Esta es la última ultimísima de todas!”

Aunque Kota dijo que sí con su cabeza a construir esta última casa, su corazón no estaba comprometido con ello. Él siempre había estado muy involucrado en el proceso de construcción, seleccionando siempre manualmente los mejores materiales y asegurándose de que todos los detalles estaban siendo considerados.

Pero esta casa era diferente.

La veía más como una obligación que como una oportunidad. Delegó buena parte del trabajo, y como consecuencia muchas cosas empezaron a torcerse. La casa sería correcta, pero a medida que la construcción avanzaba, estaba claro que carecería del efecto 
wow por el que las casas de Kota eran famosas.

Kota sabía en sus adentros que este trabajo distaba bastante de sus mejores, pero no podía evitar querer quitárselo de encima cuanto antes para dar paso a la siguiente fase de su vida. Esta nueva fase era mucho más atractiva e importante para él que la fase presente.

Tras cuatro meses, Kota terminó la casa.

Fue a su jefe y le dijo: “He hecho lo que pedías. Ahora te pido una última vez que me des tus bendiciones para retirarme.”

Su jefe le dijo: “¡Gracias, Kota! Sólo tenemos una última cosa.”

En ese momento Kota estaba enfureciéndose porque pensaba que le pedirían que construyese otra casa.

Entonces, su jefe sacó de un cajón de su mesa una cajita negra con un lazo rojo atado alrededor. Le dio la caja a Kota y le dijo: “Estamos muy agradecidos contigo, Kota. Acepta este regalo como muestra de nuestro aprecio.”

Kota abrió el paquete y descubrió un reluciente juego de llaves. Su jefe sonrió y le dijo: “La casa es tuya. ¡Te la mereces!”

En ese momento, a Kota se le cayó el corazón a los pies. Sin saberlo, todo este tiempo había estado construyendo su casa. Si hubiera sabido que esta casa era para él, habría puesto mucho más cariño. Habría usado únicamente lo mejor de lo mejor en cuanto a materiales y habría puesto toda su atención en los detalles, como siempre había hecho. Pero ahora era demasiado tarde.


La moraleja de esta historia es que lo único que importa es en quién nos convertimos en el proceso: 

Cada uno de nosotros está construyendo su propia casa.

Hay una creencia errónea que por trabajar para grandes empresas lo que hagamos no importa, que solo somos un trabajador más y no tenemos ninguna importancia. Pero no hay nada más alejado de la realidad. 

Personalmente creo que para lograr objetivos distintos hay que hacer cosas distintas, no seguir modas y tendencias que no nos generan ningún beneficio a futuro.  En cada trabajo que tenemos construimos para nosotros mismos, por nuestra experiencia, por nuestro profesionalismo, por nuestro aprendizaje; no solo para cumplir objetivos de otros, sino nuestros. 

Para mi, ser profesionales está por arriba de todo. Más que promover esta tendencia, todo lo contrario, promuevo dar lo mejor de nosotros para lograr los objetivos que nos proponemos y crecer tanto laboral como personalmente.

Es así que en mi taller de Cómo pedir un aumento les muestro el paso a paso para destacar en el trabajo, volverse indispensables y pedir un aumento de forma exitosa. 

¿Conocían esta tendencia?