¿Alguna vez pensaste algo como: “no soy tan bueno en esto como para armar un negocio”, “seguramente alguien lo hace mejor que yo”, “¿por qué me comprarían algo a mí?”, “me da vergüenza que me salga mal”, “tengo la idea de negocio, pero no me siento capaz”? Hablemos un poco al respecto…
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor es un conjunto de síntomas y patrones de pensamiento caracterizados por el miedo a no ser suficientemente bueno en algo y ser expuesto como un fraude, la creencia de no merecer los propios logros o haberlos alcanzado por “suerte”, la incredulidad de las propias capacidades, el miedo a ser juzgados, entre otros.
Lo curioso de este síndrome es que su término fue acuñado por dos mujeres en 1978, cuando publicaron un artículo sobre el síndrome del impostor en mujeres exitosas. Y digo que es curioso porque casi el 100% de los comentarios al respecto que recibo a diario son de mujeres. De hecho, estudios afirman que somos nosotras las que tenemos mayores probabilidades de padecerlo. Sin dudas a los hombres también les afecta, pero me sorprendió la relación al investigar más sobre este fenómeno.
¿Alguna vez sentiste que tuviste demasiada suerte en tu vida y el éxito que conseguiste fue pura suerte o ayuda? ¿Tuviste miedo de que alguien “descubra” que en realidad no eras suficientemente bueno en lo que hacés y todo se derrumbe? Así es como se siente el síndrome del impostor.
Según los especialistas, esto trae como consecuencia un elevado perfeccionismo, adicción al trabajo, baja autoestima, la minimización de los propios recursos de afrontamiento, miedo y preocupación constante, depresión y ansiedad productos de la presión de mantener esa imagen que no se cree real.
¿Qué tiene que ver el síndrome del impostor con las finanzas?
Más de lo que parece. La creencia de que no podemos lograr algo que nos proponemos porque nuestras capacidades no son suficientes es de las que más afectan a nuestras finanzas. La incapacidad de proponernos logros concretos por no sentirnos a la altura nos aleja de nuestras metas a largo plazo y hace que todo nuestro esfuerzo y trabajo esté direccionado de una forma poco eficiente.
Por ejemplo, pensar que no ganamos lo que nos gustaría porque no somos lo suficientemente buenos para conseguir un mejor empleo nos aleja de una mayor posibilidad de ahorro y estabilidad económica. Creer que no vale la pena mostrar nuestros logros laborales a nuestros jefes, porque no son tan excelentes como los de nuestros compañeros, nos aleja de un posible aumento de sueldo, mayores ingresos y mayores posibilidades de inversión. Creer que no tenemos tanto talento en algo como para convertirlo en un emprendimiento, aunque tenemos la idea de negocio, el conocimiento y las ganas, nos aleja de generar nuevas fuentes de ingreso y ser emprendedores exitosos.
¿Cómo hacer del síndrome del impostor un potenciador en nuestra vida?
Estos pensamientos y sensaciones de malestar no tienen porqué vivir con nosotros para siempre, podemos trabajar por enfrentarlos en un espacio terapéutico, por ejemplo.
Al mismo tiempo, podemos cambiar la perspectiva sobre el síndrome del impostor: sentir miedo es totalmente natural cuando uno sale de su zona de confort. Significa que estamos animándonos a ir por más, tomando decisiones que tendrán un impacto en nuestra vida y, si podemos direccionar bien nuestra energía y esfuerzos, puede ser uno muy positivo.
Si queremos emprender, por ejemplo, pero aún no nos sentimos capaces, intentemos empezar de a poco: antes de montar un gran negocio, intentá vender tus productos o servicios a una sola persona, que ese sea tu primer objetivo. Cuando lo logres, verás que planificar el siguiente será mucho más sencillo y te brindará mayor seguridad: si ya alguien confió en vos, ¿por qué no lo haría otra persona?
Manos a la obra.
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