Les conté miles de veces sobre todos los trabajos que tuve, desde atender una casa de té en la costa hasta ser dueña de mi propia empresa. Las experiencias que creé en esos años fueron innumerables, todos los trabajos que tuve me enseñaron algo valioso para mi vida y los valoro por eso enormemente. Lo más importante es que me fui de todos ellos de la mejor manera posible, manteniendo una relación espectacular con mis ex jefes siempre que pude. No significa que todo haya salido perfecto y me gustaron todos mis trabajos un montón, sino que yo decidí irme de ellos como quería que me recordaran. 

La última impresión que dejamos en nuestra empresa es casi tan importante como la primera, de ello dependerá si en el futuro tendremos la puerta abierta para volver o cerrada por completo. Si dejamos una mala impresión al irnos de nuestro trabajo no tendremos oportunidad alguna de cambiar las cosas y opacará todo el buen trabajo que hicimos en el pasado. Cómo dejamos nuestro puesto demostrará el tipo de profesionales que somos. 

Dejar un trabajo en buenos términos es sinónimo de profesionalismo, prolijidad y respeto. Algo que todos deberíamos aprender desde nuestras primeras experiencias laborales y mantenerlo hasta el final, no importa toda la experiencia que logremos en el medio, si nos volvimos especialistas, famosos, millonarios o el título que quieran. 

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– Luli invierte

Una seguidora hace poco me contó que renunció de su trabajo de buena manera, para buscar nuevas experiencias en el exterior y contó con el total apoyo de su empleador. Al contarle que no le fue bien y volvía a su país, el empleador volvió a darle su puesto de trabajo, sin importar el tiempo que había pasado. Me encantó su experiencia y se me ocurrió dejarles unos pasos que yo seguí y que me gustaría que mis empleados sigan conmigo a la hora de renunciar:

1) Dar aviso de nuestra renuncia con anticipación. Si tenemos ganas de negociar o no estamos seguros de nuestra decisión, lo mejor es darnos ese tiempo para pensar también. Siempre que renunciemos, hagámoslo con tiempo para que los demás se acomoden al cambio, busquen a alguien que nos pueda reemplazar y no se interrumpan los proyectos que veníamos realizando. Yo he renunciado con 3 meses de anticipación; se que es un montón, pero en muchos países es lo exigido por ley, como en Suecia. Y si nos involucramos en la búsqueda de nuestro reemplazo, lo ayudamos a adaptarse y le explicamos todo lo que necesita saber de nuestro rol (handover) muchísimo mejor. Todo dependerá del grado de responsabilidad que tengamos en nuestro puesto.

2) Asegurarse de que nuestro empleador sea la primera persona en enterarse de la noticia y comunicarla de la mejor forma. No es nada beneficioso que nuestro superior se entere por comentarios ajenos de la decisión que estamos por tomar. Lo ideal es reunirnos personalmente, en un contexto tranquilo (no en medio de un viaje de trabajo importante, reunión urgente o momento crítico para la empresa) y conversarlo cara a cara. No es una situación sencilla, pero lo correcto es enfrentarlo con profesionalismo. De esa forma demostraremos claridad, apoyo de transición, gratitud y respeto. Renunciar por Whatsapp no es una opción muy acertada.

3) Preparar y presentar un plan de transición. Cuando tengamos la decisión tomada, armemos un documento detallado con toda la información necesaria sobre el proyecto que estamos realizando, los asuntos pendientes, los plazos a cumplir, los compromisos que asumimos con nuestros clientes y todo lo que consideremos relevante. Luego, elaboremos un plan de transición, que incluya el paso a paso para involucrar a un nuevo trabajador que nos reemplazará en ese proyecto, qué hará primero, qué después, cómo lo acompañaremos y guiaremos en el proceso de adaptación, cuándo lo presentaremos a los clientes y demás detalles. Al momento de la renuncia, presentar este plan de transición demostrará que realmente somos profesionales de alto nivel y se nos recordará de la mejor forma posible a la salida. 

4) Dejar la puerta abierta. Irnos de nuestro trabajo no significa dejar de hablar o enemistarnos con quienes fueron nuestros jefes o compañeros. Dejamos el puesto, no nuestras relaciones. Asegurémonos de terminar nuestra etapa laboral en buenos términos, manteniendo nuestros contactos y siendo amables. Nunca sabemos cuando necesitaremos que esa puerta vuelva a abrirse y, como dicen las abuelas, “el mundo es un pañuelo”. Seguramente te cruces más de una vez a mucha gente con la que trabajaste.

Espero que les sirvan estos consejos y los ayuden si están pensando en renunciar. 

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– Luli invierte